17 febrero, 2016
CIUDAD DE MÉXICO (16/FEB/2016).- Bajo la idea de mostrar...
Nicolás Echevarría cuenta la historia de Santos de la Torre en el documental ‘Eco de la Montaña’, presentado este miércoles en el FIC de San Crist
En 1998, México y Francia hicieron un intercambio: el presidente Chirac obsequió a los mexicanos la herrería art-decó que está en la entrada de la estación Bellas Artes, y Ernesto Zedillo donó a los franceses un mural de chaquira que fue colocado en la estación Palais Royal de París. El autor de esa pieza de arte huichol -localizada a unos cuantos pasos del Museo Louvre- se llama Santos Motoapohua de la Torre.
El cineasta Nicolás Echevarría (Tepic, 1947) conoció su nombre en aquel entonces, cuando se enteró que el viejo indígena no había sido invitado a la inauguración de su propia obra en París. De la indignación surgió la idea de filmar un documental para denunciar el hecho. Pero cuando Echevarría conoció a Santos se dio cuenta de que había muchas otras historias que valía la pena contar.
Motoapohua significa Eco de la Montaña, de ahí que la película del cineasta nayarita lleve el mismo nombre. El documental estrenado en 2014 fue presentado este miércoles en el Festival de Cine de San Cristóbal, y el próximo 6 de febrero abrirá la sección NATIVe de la 65a Berlinale, en la que se muestra lo mejor del cine sobre pueblos indígenas.
“Santos es un hombre tan sabio y tan increíble que pensé que era más importante conocer la cosmogonía de su pueblo a través de su arte”, contó Echevarría después de la proyección de Eco de la Montaña.
El director de otras cintas como Cabeza de vaca (1991) o Vivir mata (2002) pasó más de un año cerca de su protagonista. Así registró el proceso de creación de un mural similar al que Santos creó para el metro de París: desde el diseño y los significados de cada figura, hasta el ensamblaje de los 80 paneles de 30 x 30 cm que al final fueron adquiridos por un coleccionista privado.
“Cada mural tiene un tema totalmente nuevo, es como escribir un libro”, explicó Echevarría. Dijo también que Santos ha hecho en total cinco murales y el que aparece en el documental estuvo pensado desde un principio para representar la cosmogonía del pueblo huichol.
En pantalla, el artista va delineando distintas figuras con chaquiras multicolores al tiempo que explica su significado. Está presente el mar, donde se cree que se originó la vida, y otros elementos como el sol, la tierra, el tigre, el venado y el peyote.
Además, como parte de la realización de la obra, Santos contrató a un chamán o marakame para que guiara distintas ceremonias de ofrendas a los dioses a lo largo de una ruta sagrada, que abarca sitios de Jalisco, Nayarit y San Luis Potosí. Echevarría se unió a esta peregrinación, igual que la mujer, los hijos y los nietos del artista huichol.
“Nunca pude filmar en la comunidad”, comentó el cineasta respecto a la manera en que logró aproximarse a Santos y su familia. Sí pudo filmar en los lugares sagrados -añadió- porque estos han dejado de ser territorio huichol, que ahora se limita a una parte de la Sierra Madre. “Por eso se han complicado las protestas hacia la construcción de minas en Wirikuta”, afirmó Echevarría, “pues los huicholes defienden su tradición pero el territorio geográfico ya no les pertenece”.
Los aplausos llenaron la sala del Teatro Daniel Zebadúa, en San Cristóbal de las Casas, al final de la proyección. Varios entre el público hicieron preguntas, felicitaron al cineasta y desearon que Santos Motoapohua de la Torre hubiera estado presente.
FUENTE: Milenio