1 mayo, 2015
BEIJING, CHINA (30/ABR/2015).- México participa por quinto año consecutivo...
Muy pocos se pueden dar el lujo de comprar una pieza en Zona Maco. Pero es gracias a la existencia de la feria de arte contemporáneo que han surgido, en años recientes, proyectos paralelos como Material Art Fair o Salón Acme.
Este último es el de los precios más accesibles. Ninguna de las obras que se exhibirá a partir del jueves rebasa los 20 mil pesos. La pieza más barata es Coctel molotov tropical, de Laura Meza-Orozco (México, 1987), una colorida instalación compuesta por una sandía, un trapo, un encendedor y un bote de gasolina. Su precio hasta 2014 era de 13.13 pesos, pero subió a 13.57 después del gasolinazo de 2015.
“Llegaron muchas propuestas de temas políticos. También hemos visto un regreso del óleo y muchos formatos grandes”, cuenta Zazil Barba, una de las fundadoras de la plataforma que nació para dar visibilidad a los artistas emergentes. Esto no quiere decir que sean necesariamente muy jóvenes, sino que aún no están representados por una galería y buscan un escaparate para su trabajo.
Era el caso de Ana Bidart hasta el año pasado, cuando fue una de las expositoras en el salón de arte de la colonia San Miguel Chapultepec. Ahora la artista uruguaya trabaja con la galería neoyorquina Josée Bienvenu, que en los próximos días mostrará su trabajo en Zona Maco.
El número creciente de solicitudes que cada año llegan a Salón Acme confirma la tesis que hizo nacer este proyecto: que la producción artística contemporánea excede por mucho a los espacios existentes para su exhibición. Desde el principio, además, se decidió que la totalidad de las ganancias por ventas iría para los artistas, en lugar de las comisiones de hasta 50% que suelen cobrar la mayoría de las galerías.
“Me interesó mucho el proyecto por su energía joven y desinteresada”, dice Tania Ragasol, quien fue invitada al consejo curatorial por segundo año consecutivo. “No hay un interés lucrativo de por medio sino que se busca abrir nuevos espacios y propiciar un coleccionismo de calidad que no es exclusivo, como el de las grandes ferias”, añade la curadora independiente, actualmente a cargo del área de artes visuales del año dual México-Reino Unido.
En el consejo figuran otros nombres sonados en el circuito del arte contemporáneo en México. Uno es el del curador Guillermo Santamarina, que ha apoyado a Acme desde sus inicios. Recientemente se ha incorporado también la artista sinaloense Teresa Margolles y otros profesionales del arte como Paula Duarte, Santiago Merino, Fernando Mesta, Jessica Berlanga y Alpha Escobedo.
De entre los casi 400 portafolios recibidos en la convocatoria abierta, el consejo curatorial eligió a los 42 creadores que figuran en el cartel de 2015. A ellos se suman seis artistas, entre 21 y 36 años, que fueron invitados directamente por el curador Alejandro ‘Luperca’ Morales. Todos originarios de Chihuahua, que es el estado invitado.
Ambas secciones existen desde la primera edición de Salón Acme, en 2013, cuando Sebastián Vizcaíno, Zazil Barba, Homero Fernández (en la foto), y Álvaro Ugarte -artistas jóvenes de Guadalajara- lanzaron el salón junto con la oficina de proyectos Archipiélago.
Como una especie de apadrinamiento, se invitó a exponer a artistas tapatíos consolidados, como Jose Dávila, Jorge Méndez-Blake o Eduardo Sarabia. Después de Jalisco, Oaxaca fue el invitado especial.
El norte en el centro
“Horror es pensar en Chihuahua, en la leyenda negra de Ciudad Juárez”, escribe en el texto curatorial Alejandro Morales, el joven curador que eligió a los seis artistas chihuahuenses que expondrán en la sección del estado invitado. Se refiere a los problemas históricos y actuales que necesariamente se reflejan en la obra de Karian Amaya, Tomás Contreras, Miguel A. Aragón, Olga Guerra, Alfredo Espinoza y Óscar Gardea.
“El contrabando de bebidas alcohólicas durante la prohibición estadounidense, el mayor tráfico de armas provenientes de Texas, los feminicidios, el narcotráfico, todo en medio de un gobierno corrupto y una ciudad que se desmorona”, añade.
Las piezas que integran la sección chihuahuense exploran los conceptos de territorio, dominio y huella. Tienen que ver con la estética de grupos delictivos, con la prensa sensacionalista o el narcolenguaje.
“Siempre ha habido un movimiento artístico importante en Chihuahua, pero no hay la suficiente visibilidad”, dice Morales, el artista y crítico que se sumó a las filas de Acme con la intención de hacer algo que casi nunca sucede: “Llevar el norte al centro”.
FUENTE: Milenio